miércoles, 11 de noviembre de 2015

Riquísimo

Todo esto es una delicia

La preparación y secretos de los manjares moqueguanos, quedaron plasmados en el libro que Sandra Plevisani y Rosario Olivas Weston elaboraron por espacio de un año y al que titularon “Los dulces de Moquegua”.
Rosario Olivas, señaló que la vitivinicultura de Moquegua guarda una estrecha relación con sus postres. Explicó que en el siglo XVI la producción de vino alcanzó los 3 millones de litros.
Para clarificar el licor, se utilizaba la clara del huevo, por lo que las yemas que quedaban eran empleadas en pasteles.
De esa formas las reposteras moqueguana dieron rienda suelta a su ingenio y tuvieron como resultado dulces cuya calidad es innegable.
Esta tradición de postres pasó por generaciones y hoy es reconocida por los especialistas a nivel nacional, especialmente a través de este libro editado en Lima.

NIDITOS DE AMOR

Niditos de amor

¿Quien no ha probado alguna vez “los niditos de amor”?, seguro de que pequeños en las fiestas infantiles o alguna reunión familiar han visto y degustado estos deliciosos bocaditos que de tan solo pensar se me hace agua la boca.
Bueno ha llegado el momento de aprender a hacerlos y disfrutarlos juntos en familia o con las amistades y enseñarle lo que vamos aprendiendo.

voladores

Voladores

Este es un postre que se consume desde la época de la colonia. Fue uno de los llamados “postres de convento”, porque se prepararon en las cocinas de los conventos coloniales por primera vez, y luego se hicieron muy populares.
Se le llama volador por la forma en que las capas superiores se levantan ligeramente hacia arriba. Tiene cierta similitud al alfajor, pero con las capas más delgadas.



Guargueros

Guargüeros

El guargüero es, quizás, el postre más conocido de esta lista. Rellenos con el tradicional manjar blanco, a diferencia de los voladores que van al horno, este dulce se fríe en manteca o aceite.
En algunos puestos de la feria, los guargüeros llevaban encima un baño blanco hecho con una mezcla de azúcar impalpable, jugo de limón, azúcar y claras batidas. Al comerlo, la cobertura blanca, que se quebraba al ser ingerido, intensificaba el sabor y ofrecía una textura más agradable. ¡Como para chuparse los dedos!

Alfajor de penco

Alfajor de penco
A diferencia de los limemos, el alfajor de penco es mucho más grande y duro. Básicamente, se prepara con yemas, anisado moqueguano, bicarbonato y harina. Lo especial está en el relleno: manjar blanco casero, hecho también con coco, maní, castañas y miel.
Este es el dulce predilecto del periodista y viajero Rafo León. En una entrevista publicada en la revista “Gourmet.com”, dijo: “Hay un dulce que solo se hace allí (Moquegua) y se llama alfajor de penco. No sé cómo se hace, pero es una exquisitez. Mira, sentarme en la Plaza de Armas de Moquegua un día de otoño a las cuatro de la tarde, con un café y una porción de alfajor de penco es uno de los grandes placeres que puedo darme”.